La isla de Santorini la teníamos marcada en rojo en nuestro calendario, y es lugar donde todo es diferente, donde parece que el tiempo se detiene.
La primera curiosidad es que al llegar el barco fondea, y ves que la capital Tira se encuentra arriba del acantilado. Para subir hay 3 opciones: Subir andando por las escaleras, subir en funicular o subir en burro. Decidimos hacerlo en funicular ya que para Arnau era la opción más cómoda.
En esta excursión nos acompañaban nuestros compañeros de crucero, y una vez arriba y hacer fotos precioses de las vistas de la capital, cogimos un taxi dirección a Oia, al extremo norte de isla, a la cual se llega a través de unas extrañas carreteras.
Una vez allí encuentras aquellas fotos de guías de viajes o de revistas donde el paisaje es excepcional, con las casitas de color blanco colgadas al acantilado y el mar de fondo, y los campanarios de color azul. Cada foto que realizabamos era de postal, miraras donde miraras un paisaje de película digno de ver.
De allí volvimos en taxi, bajamos en funicular mientras veíamos a los turistas descender con los típicos burros y abajo del acantilado cogimos un tender hasta el crucero
Familia Tokers.
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